Entre 2 Dos

Residuos sólidos y sobrepoblación animal: combinación que reta la gestión ambiental

Sobrepoblación animal


La gestión inadecuada de residuos sólidos en República Dominicana ha sido un problema constante. Según un informe de la Oficina Económica y Comercial de la Embajada de España en Santo Domingo, publicado en 2023, anualmente el país genera más de siete millones de toneladas de basura.

De esta cantidad, alrededor 11,400 toneladas se producen todos los días en el Gran Santo Domingo, señalan los datos de Ciudad Alternativa en su informe “De lo establecido a lo percibido: residuos sólidos en Santo Domingo y el Distrito Nacional”, de 2019.

No es casualidad que las localidades donde hay mayor concentración de desechos sean donde se encuentren más animales en situación de calle. La basura desechada por los seres humanos es una de sus principales fuentes de alimento, y su disponibilidad es uno de los factores que inciden en su reproducción y multiplicación.

Aunque el Centro Antirrábico registró alrededor de 90,000 animales deambulando en 2006, actualmente no existen estadísticas oficiales que indiquen la cantidad de canes y felinos callejeros.

Sin embargo, el director del Centro Antirrábico, Alejandro Guzmán, explica, en una entrevista para elDinero, que por cada seis personas existe un animal en el país, donde el 80% corresponde a perros y el 20% a gatos. Partiendo de estos datos, en República Dominicana existen alrededor de 1,795,663 perros y gatos distribuidos entre los que viven en un hogar, los que tienen dueño, pero deambulan libremente y los considerados callejeros.

Estos animales, llamados callejeros o “viralatas” por no tener un hogar, se movilizan por su instinto de supervivencia: donde haya comida, ahí estará. Y si es un lugar considerablemente seguro, ahí se reproducirá y vivirá (aun cuando esto implique condiciones de vida desfavorables, corriendo el riesgo de incluso perderla).

Tal es el caso de Vida, una perra chihuahua que llegó perdida y desorientada una mañana a la calle Progreso del sector Cristo Rey, en el Distrito Nacional. Por su condición inicial, parecía tener un dueño que nunca la reclamó, o tal vez se perdió. Al principio, la comunidad no la aceptaba y trataron de ahuyentarla, pero por la necesidad de subsistir, ella se acercaba a los zafacones y basureros en búsqueda de comida. De ahí se acercó a la “fritura” de la esquina, y comenzaron a llamarle ‘Bucavida’ porque la creyeron muy astuta por ir a los lugares donde se vendía comida.

Así se asentó en el barrio. Ya conocía los lugares donde podía comer, la gente comenzó a echarle sobras y en los días de lluvia dormía en alguna galería que le fuera de fácil acceso.

Bucavida tuvo su primer celo y seis meses después registró el otro y luego dos más, para un total de cuatro partos antes de que lograran esterilizarla. A partir de ahí, le llamaban Vida porque llenó la calle Progreso de perros, de los cuales ninguno sobrevivió. Algunos se los llevaron para ‘adoptarlos’ y luego se encontraban tirados en basureros; mientras que otros fueron botados en lugares lejanos, otros murieron por enfermedades, en tanto, su última cría murió envenenada por un vecino que sólo “quería deshacerse de unos gatos que le molestaban, pero no fue intencional”.

A una edad avanzada, Vida intentaba cruzar la calle que tantas veces había transitado. Pero los achaques que le habían dejado los años en las calles ya no le permitían reaccionar como antes y no pudo evitar ser atropellada. Vida murió al instante, y con ella, la última sobreviviente de la manada que una vez llenó de cachorros la calle Progreso.

Esta es la realidad que viven miles de animales callejeros en República Dominicana. Pese a que estos no son responsables de su condición, su impacto en el medio ambiente y la salud pública es significativo.

La sobrepoblación de perros y gatos es un reflejo de la falta de responsabilidad social que provoca consecuencias tangibles en la calidad del entorno, desde la transmisión de enfermedades hasta la perturbación de los ecosistemas locales.

Desde el punto de vista sanitario, la convivencia del hombre con el perro y el gato tiene sus riesgos para los seres humanos, tanto en la transmisión como en la diseminación de enfermedades zoonóticas, registrando altas tasas de incidencia al no implementarse el manejo adecuado enfocado en la prevención.

Huella ecológica

Reducir las emisiones de carbono es uno de los objetivos de las Naciones Unidas en su Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible. Por eso, la medición de la huella ecológica no es exclusiva de las actividades humanas, también involucra a los animales, y los perros y gatos callejeros no están exentos.

Según el artículo Impacto ecológico: ¿cómo afectan perros y gatos al medio ambiente?, de la agencia internacional Infobae, tanto los perros como los gatos también tienen un impacto en el equilibrio ecológico. Cálculos científicos han demostrado que un perro de gran tamaño puede generar la mitad de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) que todo ser humano debería provocar como máximo para no contribuir al agravamiento del cambio climático.

Un estudio realizado por un grupo de científicos en Berlín determinó que un perro de 30 kilos provoca unas 19 toneladas de CO2 en 18 años. Eso representa unos 1,050 kilogramos de carbono al año. Para este estudio se tomó en cuenta el origen y la producción de los alimentos, así como el envasado y el transporte, pero también el impacto medioambiental de la orina y las heces y la consecuente limpieza de las calles.

Mantener un perro durante un año provoca las emisiones de 1,020 kilos de CO2 al año, equivalentes a recorrer unos 2,830 kilómetros en auto, según cálculos de la empresa consultora ambiental ESU-services.

La temida rabia

Además de la huella de carbono, según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), los perros callejeros pueden ser portadores de enfermedades zoonóticas como la leptospirosis, tiña, enfermedad de lyme, rabia, entre otros. La rabia, que es una enfermedad viral prevenible, pero que puede llegar a ser fatal una vez aparecen los síntomas clínicos, es transmitida a los seres humanos a través de la mordedura de animales infectados, principalmente perros.

Desde el punto de vista de la Organización Mundial de la Salud (OMS), es considerada una de las enfermedades tropicales desatendidas por su baja prioridad en cuestiones de salud pública y su relacionada incidencia en comunidades donde los servicios de saneamiento son escasos o muy deficientes.

El director del Antirrábico corrobora esta información al señalar que los casos de mordeduras que recibe son, en su mayoría, de barrios o zonas rurales donde la recolección de basura es deficiente y los perros que deambulan en la calle no están vacunados. “Estas áreas presentan un riesgo mayor debido a la interacción constante entre humanos y perros no vacunados”, sostiene.

Señala que esta situación puede crear un círculo vicioso: más basura conduce a la atracción de más animales callejeros, y estos aumentan los riesgos para la comunidad. “La gente no hace una buena disposición de la basura. A eso agrégale que mientras más personas haya en un lugar, más desechos alimentarios producirán, y si en esa semana no pasa el camión de la basura, se acercan animales como las ratas, gatos y perros en búsqueda de comida”, indica.

Guzmán explica, además, que en la mayoría de los casos las mordeduras de perros son provocadas por el humano: son el resultado de interacciones accidentales entre humanos y caninos. Pisar accidentalmente a un perro puede desencadenar una mordedura por reacción instintiva. Agrega, también, que los perros tienden a defender su territorio, mordiendo a quienes consideran intrusos, como personas que entran sin aviso en propiedades donde residen. También pueden morder en defensa propia.

Aunque no todas las mordeduras implican un caso de rabia, los perros infectados siguen siendo los principales transmisores de esta enfermedad al ser humano, representando el 90% de los casos de transmisión, según el titular del Antirrábico. Pero ¿cómo se contagian los perros y gatos?

Lourdes Ripley, propietaria de Vetcenter, explica que, aunque los perros son los principales transmisores de rabia al humano, la mangosta o hurón es la responsable de infectar al animal, las cuales se pueden encontrar en cañadas.

Ripley detalla que esta especie introducida, debido a su dieta, puede comer desde insectos hasta ratas, que podrían estar infectadas de rabia. Una vez se contagia, puede morder a otro animal, en este caso un perro que hurga en la basura. El perro, una vez contagiado, se vuelve agresivo y puede atacar a otros animales, a humanos e incluso a sí mismo, mordiéndose las patas. Esta es la razón principal por la que el perro ha sido el foco en los casos de rabia.

Leptospirosis y drenaje pluvial

Aunque la leptospirosis es una enfermedad principalmente relacionada con las ratas, los perros también pueden ser portadores de esta. Datos de la OPS establecen que los seres humanos generalmente adquieren la leptospirosis por contacto directo con la orina de animales infectados o con un ambiente contaminado por orina.

Según estimaciones realizadas por la OPS, hay más de 500,000 casos mundiales de leptospirosis anualmente y es una enfermedad de potencial epidémico, principalmente después de lluvias fuertes o inundaciones.

La doctora Ripley sostiene que, aunque las ratas son los principales vectores, los canes también funcionan como vehículos de esta enfermedad cuando no llevan su esquema de vacunación: característica principal de un perro callejero. Sin embargo, las condiciones en las que se propaga esta enfermedad reflejan una problemática mayor: inundaciones urbanas.

“Esta enfermedad se propaga después de fuertes lluvias e inundaciones, donde las cuevas de ratas se inundan, el agua contaminada de orines y heces de animales infectados corre por las calles, y las personas entran en contacto con estas aguas infectadas. Por eso, los brotes de leptospirosis son muchas veces relacionados con inundaciones y fuertes lluvias”, explica.

Esta situación se agrava con las deficiencias que presenta el sistema de drenaje pluvial en la ciudad y los efectos del cambio climático, como las inundaciones. De hecho, República Dominicana figura entre los países más vulnerables a los efectos del cambio climático, posicionándose en el puesto 41 a nivel mundial, según el Informe de Riesgo Mundial 2023, elaborado por la Universidad del Ruhr en Bochum – Instituto para el Derecho Internacional de la Paz y los Conflictos Armados (IFHV).

La falta de educación cobra protagonismo

“En República Dominicana no tenemos cultura de separación de residuos sólidos para reciclar, algo básico, imagina para tener un animal doméstico responsablemente”, puntualiza Ripley.

La Ley 120-99 sobre Desechos en Lugares Públicos, promulgada con la intención de prevenir la contaminación y fomentar la protección ambiental, prohíbe explícitamente arrojar basura en las calles, playas, ríos y otros espacios públicos. Sin embargo, la realidad diaria en muchos lugares del país cuenta otra historia: montañas de basura se acumulan en áreas urbanas y rurales, convirtiéndose en focos de infección y degradación ambiental.

De igual forma, la Ley 248-12 de Protección Animal y Tenencia Responsable corre con la misma suerte. Fue establecida para asegurar el bienestar de los animales y promover una tenencia responsable. Sin embargo, casos de maltrato animal y abandono son comunes, reflejando la falta de educación entre muchos ciudadanos. Aunque el artículo 61 de esta legislación prohíbe el abandono de animales, es una de las prácticas más frecuentes, ya que son dejados en basureros.

Ripley explica que esto fomenta a la reproducción y sobrepoblación de canes y felinos al no tener un control por su condición de calle, situación que empeora cuando los ciudadanos que los abandonaron deciden recurrir a medidas violentas y nocivas como el envenenamiento masivo, prohibido por la Ley 248-12.

“La falta de educación lleva a la población a incurrir en prácticas nocivas, poco éticas e ilegales, como el envenenamiento (medida que incluso era implementada gubernamentalmente en el 2010) utilizando veneno de ratones causando una muerte agonizante a ese perro o a ese gato que lo único que buscaba era sobrevivir”, dijo a elDinero.

En República Dominicana existe el Enlace Nacional del Ministerio Público, a cargo de la procuradora adjunta, Roxanna Reyes, quien aseguró que les saldrá mejor “darse contra la pared” y no maltratar a un animal “entonces lo van a pensar”.

También advirtió a la población que “si usted tiene un animal amarrado de las patas, mejor déjelo libre, entrégueselo a una ONG, porque no le va a ir bien”.

A pesar de los esfuerzos, Ripley afirma que en la mayoría de los casos de maltrato animal no se aplica sanciones, lo cual, a su juicio, afecta la imagen del país a nivel internacional.

Soluciones sostenibles

“En el 2010, el envenenamiento masivo era gubernamental (en República Dominicana). Las autoridades enviaban a envenenar a los perros como medida de higiene y control de la rabia”, expone la veterinaria Ripley.

La OMS establece que no existe evidencia de que la eliminación de los perros haya tenido nunca un impacto significativo en las densidades de las poblaciones de perros o en la propagación de la rabia. De igual forma, reconoce tres métodos para el manejo de poblaciones de perros: la restricción del movimiento, el control del hábitat y el control de la reproducción, siendo esta última la que mejores resultados ofrece para evitar la sobrepoblación y propagación de enfermedades zoonóticas.

El Gobierno dominicano mediante el Ministerio de Salud Pública, Asistencia Social, el Ayuntamiento del Distrito Nacional y ayuntamientos municipales tiene el deber de salvaguardar, gestionar y dar condiciones dignas a los animales callejeros, velando porque se cumpla la Ley de Protección Animal. Sin embargo, el manejo por parte de estas instituciones ha sido muy deficiente, según exponen animalistas consultados por elDinero.


Los proclamadores del amor y respeto por los animales han tomado iniciativas de ayudar a esta comunidad callejera, incluso utilizando sus propios recursos.

Aunque la ley contempla en su artículo 13, la obligación por parte del Estado de “ofrecer toda la ayuda económica y material posible a casas albergues para el ejercicio de sus fines”, la realidad es que hay pocos recursos para los animales callejeros, llevando a los albergues actuales a sobrevivir a base de escasas donaciones y rifas.

Tras varios intentos de conocer la posición del Ayuntamiento del Distrito Nacional sobre el cumplimiento de la Ley 248-12, al momento de la redacción de este reportaje, no se había obtenido respuesta. Mientras tanto, algunos rescatistas reclaman un refugio gubernamental, aunque especialistas advierten que no es viable a largo plazo.

El director del Antirrábico explica que el país no cuenta con los recursos para crear y mantener un albergue de animales con todo lo que implica. “Aquí no tenemos capacidad para albergar miles de animales callejeros. En países desarrollados, a esos rescatados les ponen fecha en el albergue y si no son adoptados, los ponen a dormir”, agrega.

La doctora Ripley coincide con el director y señala que ya ha habido albergues donde por falta de atenciones y recursos, los animales se mueren. “Un albergue no sólo requiere de espacio, también hay costos de manutención, vacunas, atenciones médicas, personal que asista. Un perro sano consume RD$3,000 mensuales como mínimo”, detalla. “Extrapola eso a más de 100,000 perros, sin contar los gastos de un animal con necesidades especiales, se gastarían millones al mes”, agrega.

Uno de sus mayores temores, señala, es que se cree un albergue nacional sin un plan estratégico cuyo enfoque sea solamente rescatar y encerrar animales en condiciones aún peores que la que estaban. Por esta razón, la doctora aboga por campañas de esterilización que reduzcan la sobrepoblación animal urbana.

Explica que una perra en promedio puede tener dos partos de ocho cachorros al año, esto equivale a 16 perros en un año y 64 perritos en cuatro años. En el caso de un macho, este puede preñar a 54 hembras en un año.

La OPS resalta la importancia del control reproductivo a través de cirugía. Explica que para controlar la reproducción se usan, básicamente, dos métodos: encierro y cirugía. El primer método exige mantener separados a machos y hembras durante el período de celo, sólo es aplicable en caninos, requiere de un alto grado de atención por parte del dueño y resulta poco eficaz.

Para los especialistas, de acuerdo con el organismo internacional, la cirugía es el método más eficiente de control en felinos y caninos, y no tiene contraindicaciones para el animal. Se realiza solamente una vez en la vida. Se puede realizar en las hembras que no han tenido crías, y si las han tenido, 45 días después del parto.

Esterilización

En República Dominicana, la esterilización de un perro en una clínica veterinaria puede costar hasta RD$15,000 en promedio, esto representa el 77.5% del sueldo mínimo establecido en el país. No obstante, existen fundaciones dedicadas a la esterilización de animales a bajo costo e incluso gratuitas en jornadas especiales.

Fundaciones como Pets Breeding Control (PBC) realizan jornadas de esterilización a costos asequibles, con aportes de RD$3,000 y RD$4,500. Con más de 2,150 jornadas realizadas, esta fundación ha logrado esterilizar a más de 19,500 animales callejeros, llevando su mensaje de concientización por todo el país: la solución no es rescatar más animales, es encontrar menos en las calles.

Así como PBC, otras fundaciones, como Padela y Catlovers y algunos centros veterinarios se unen a esta causa.


Pacto por los animales

Para fortalecer la protección y el bienestar animal, la Federación Dominicana por los Derechos de los Animales (Fedda) impulsa “Pacto por los Animales”, iniciativa que ha logrado unir distintos líderes políticos, funcionarios y sociedad civil.

Lorenny Solano, presidenta del Fedda, explicó en una entrevista para elDinero que uno de los objetivos de este pacto es modificar y fortalecer la Ley 248-12 de Protección Animal y Tenencia Responsable.

Expresa que su implementación también incluye la creación de refugios para animales y campañas de concienciación para educar a la población sobre la importancia del bienestar animal para mejorar incluso la imagen internacional de nuestro país.

“Nuestro plan es implementar un control de natalidad para los animales callejeros que consta de 5 pasos: esterilizar, vacunar, desparasitar, identificar y reubicar. Además de fortalecer las penas por maltrato animal y concientizar sobre la tenencia responsable”, señaló Solano.

Dirigentes políticos como la alcaldesa del Distrito Nacional, Carolina Mejía; el senador electo por el Distrito Nacional, Omar Fernández; el alcalde de Santiago de los Caballeros, Ulises Rodríguez; el alcalde de Santo Domingo Este, Dio Astacio; la alcaldesa de Santo Domingo Norte, Betty Gerónimo; la excandidata presidencial por Opción Democrática, Virginia Antares y el expresidente de República Dominicana, Leonel Fernández, entre otros, encabezados por el presidente de la República, Luis Abinader, firmaron este pacto para contribuir con esta causa.

Así también se unieron representantes de otros sectores como el ministro de Salud, Víctor Atallah; el director de la Policía, mayor general Ramón Antonio Guzmán Peralta; ministro de Agricultura, Limber Cruz, y brepresentantes de distintos ayuntamientos y otros más.

Esta alianza representa un hito trascendental de esperanza en el futuro del país. Este compromiso colectivo no solo fortalece la legislación para proteger a los animales, sino que también humaniza a la sociedad. Con el apoyo a esta iniciativa, podría marcarse el inicio de un cambio social y cultural, produciendo mejoras a largo plazo en materia de salud y medio ambiente.