Juan López
Por Juan
López
Para solucionar la
crisis RD-Haití generada por la construcción de un canal en el río Masacre que
están haciendo haitianos, aunque resulte paradójico, sectores de ambos países
están vislumbrando una guerra. Incluso, algunos “auto alardean de sus
patriotismos y disposiciones a participar hasta la inmolación”. ¡Fanatismos
extremos, resentimientos y absurdos tremendismos!
El incremento mediático
de las tensiones y emocionales agitaciones alrededor de la cuestión,
inducen a reflexionar, con la mayor objetividad y equidad posible,
sobre “tan sombrío panorama” mediante preguntas con sus respectivas respuestas
que presentamos a continuación:
¿Será necesaria una
guerra domínico-haitiana para solucionar la crisis por el uso y control de las
aguas del río Masacre?
¡Negativo. Absolutamente descartada!
La racionalidad, la prudencia y la sensatez deben imponerse
sobre los odios, malquerencias y resentimientos acumulados en grupos
fundamentalistas de ambos países. Más temprano que tarde se retomará el diálogo
para que, mediante estudios hidrológicos realizados por
técnicos especializados, con mediaciones o arbitrajes internacionales si
fuere necesario, se firmen los acuerdos para que reine la paz y la
política de buena vecindad entre las dos naciones.
Entonces, ¿qué pasará
con las drásticas medidas que, desde el pasado 15 de septiembre, dispuso el
presidente Abinader, al cerrar totalmente y por tiempo indefinido
la frontera y trasladar fuertes equipos de guerra y gran cantidad
de militares hacia las zonas fronterizas?
Esas acciones para
supuestamente disuadir por parte del gobierno dominicano tendrán que ser
desmontadas a la mayor brevedad porque no produjeron los efectos esperados.
Todo lo contrario, los haitianos en lugar de amilanarse se unificaron
incluyendo a las bandas de delincuentes armados y al vacilante primer ministro
Ariel Henry.
Mientras que el gobierno
dominicano ha tenido que acudir, en rápido auxilio con millonarias ayudas para
pequeños y medianos empresarios fronterizos por las significativas pérdidas
económicas y el malestar social que dichas medidas están causando.
¿Por qué el presidente
Abinader tomó esas delicadas acciones, sin previamente agotar el
diálogo que dispone el protocolo diplomático o acudir a un arbitraje
internacional?
Todo parece indicar que
influyeron malas asesorías de los funcionarios y técnicos de las áreas
fronteriza e hidrológica así como consejos propiciados por sus estrategas
políticos, haciendo creer que con esas “patrióticas medidas” obtendría pingües
beneficios al recuperar apoyo perdido en la clase media urbana. También por la
cercanía de las primarias cerradas del PRM era el momento apropiado para dar
una contundente demostración de un inequívoco apoyo electoral para sus
aspiraciones reeleccionistas. ¡Una temeraria jugada política-electoral!
¿Cuál será el final de
esos movimientos militares y estrategias políticas reeleccionistas? ¿Cómo
“justificar” el desmonte de esas erráticas decisiones y las cuantiosas
pérdidas económicas con resultados adversos?
Hay claros indicios de
que los pretextos se basarán en las decisiones que, en los próximos días,
se implementarán con la segura llegada de fuerzas
multinacionales de militares patrocinadas por la ONU, EE.UU, Unión
Europea, Canadá y varios organismos internacionales para pacificar y controlar
ingobernabilidad y bandas delincuenciales haitianas. ¡Ahí, posiblemente,
buscarán argumentos para tratar de justificar el desmonte de las
espurias estrategias políticas que auparon la peligrosa “crisis RD-Haití”.
¿Para cuándo se estima
que empezará ese desmonte de la “crisis RD-Haití"? El tiempo que,
inexorablemente transcurre, los negativos efectos humanitarios y
económicos causados, la madurez y sensatez política de los pueblos
colocarán en su justo lugar a los auspiciadores de tan peligrosas e
improvisadas acciones por los cuantiosos daños económicos, sociales y
emocionales ocasionados a las presentes y futuras generaciones de dominicanos y
haitianos; compelidos a convivir pacíficamente en base a las reglas de la buena
vecindad; derrotando las tirrias y resentimientos que este conflicto
pretendía incrementar para lacerar las relaciones de coexistencia pacíficas
que, por encima de menudencias y quisquillas intrascendentes, deben
prevalecer entre dominicanos y haitianos.
1ro. de octubre de 2023.